Poblenou, de zona fabril a barrio más de moda en Barcelona
El plan 22@ para este barrio ha reconvertido suelo industrial en tecnológico y cultural. Los vecinos de siempre se sienten desplazados por la llegada de esta nueva industria que ha traído consigo vecinos de alto nivel.
"Camines por donde camines, hay obras. Bien construyendo nuevas oficinas, bien recuperando antiguas naves industriales para convertirlas en pisos de lujo", nos cuenta Jordi Fossas, presidente del Archivo Histórico del Poblenou mientras nos enseña fotografías en blanco y negro de los orígenes del barrio.
"Desde esta entidad luchamos por mantener vivo el patrimonio del barrio. Aquí no tenemos catedrales, ni monumentos… Aquí tenemos fábricas y hay que mantenerlas. El problema es que se están haciendo pisos para gente de alto poder adquisitivo y los que somos de aquí no podemos pagarlos. Son para estos nuevos trabajadores que vienen a trabajar a las tecnológicas con unos sueldazos… Son los expats", nos sitúa Jordi ya en plena problemática.
Poblenou, el Manchester catalán
El Poblenou era una zona aislada del centro de Barcelona, cercana al mar y a las vías del tren, con terrenos agrícolas y baratos, ideales para instalar todas las industrias que querían venir a Barcelona en pleno siglo XIX. Llegó a conocerse como el Manchester catalán: "Era sucio, gris, lleno de humo... Las casas estaban al lado de las fábricas. A las ocho de la tarde se apagaban las luces de las fábricas y ya no se veía nada. Mis amigos del cole no querían venir nunca a mi casa porque les daba miedo…", sonríe Josep Maria Taulé, quien regenta junto a su hermano y su padre un pequeño taller mecánico en la zona.
“Aquí ya nada más que vienen suizos, italianos, americanos“
"En cuanto nos jubilemos, vendemos y que se hagan pisos… Total, aquí ya nada más que vienen suizos, italianos, americanos… Gente que teletrabajan desde aquí para empresas de fuera… alucinante", exclama Taulé.
Amazon, Meta, Mediapro, RBA, Satélites… son el perfil de nuevas empresas que ahora habitan Poblenou, y los pisos y los bares de toda la vida han dado paso a viviendas de alto standing y locales de lo más cool: "Aquí hacemos cocina vegana y flexitariana, todo bien ligero para que puedas trabajar después de comer. Nuestro público son nómadas digitales, personas que trabajan con su portátil desde aquí, e incluso se celebran aquí mismo reuniones de equipo, por eso nuestras mesas son largas y compartibles", nos explica Marta Iglesias, gerente de Sopa, uno de los restaurantes más de moda.
Nueva zona cool
"Esto ya no hay quien lo conozca. Todo son extranjeros, con bares que te piden 4 euros por un café con leche, que encima no les pidas azúcar porque te dicen que el café se bebe sin azúcar y es que no sabes tomarlo, y con los precios de los pisos disparados. Todo es gente muy moderna, muy moderna…, pero a los de siempre nos están echando", es el lamento de Andrés, un vecino de toda la vida de la calle Pere IV, arteria principal del barrio, y que muestra un sentimiento muy generalizado entre los mayores ante el tsunami del cambio que están viviendo.
"Vivimos en un sistema capitalista. Hay gente que puede comprar y gente que no. Poblenou es una zona muy bonita, delante del mar, se come muy bien, la gente es muy simpática, hay buen clima… mi hijo también se va a venir a vivir aquí", nos cuenta Jordi Serra, un catalán recién llegado a Barcelona tras haber vivido 40 años en Estados Unidos, algo que se hace evidente al escuchar su acento
"La gente siempre tiene miedo al cambio. Ahora el problema somos los turistas… ¿Es que vosotros no vais de vacaciones? ¿No sois turistas también?", nos explica ante la eterna sonrisa de su mujer Roxanne, que se entiende a la perfección al ver el lugar que habitan; un 24 de altura, un ático con vistas a toda Barcelona en pleno Poblenou.
La Resistencia
Al salir topamos con la nueva realidad del barrio. Oficinas y hoteles supermodernos están arrinconando un bloque de viviendas de mediados de siglo XX…"Estamos como en la aldea gala —hace referencia a los cómics de Astérix y Obélix, que vivían rodeados por los romanos—.
Rodeados por lo moderno, pero aguantando", nos confiesa Daniel Calicó, propietario de la última tienda de pesca que queda en el barrio. "A mí ya han venido, no sé cuantas veces a intentar comprarme el local. Aquí, en el bloque, ya solo quedamos cuatro de los antiguos, pero aguantamos…", sentencia.